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El ajedrez de Sharón

Conflicto palestino-israelí

Autor: Dami�n   Szvalb
El Primer Ministro Ariel Sharon diseña a su gusto el mapa político y militar del conflicto entre israelíes y palestinos, y la eliminación del líder de Hamas Ahmed Yassin revela, quizás como nunca antes, cuáles son sus objetivos en el corto plazo. Por un lado envió un mensaje a quienes digitan el terror: ningún implicado en el asesinato de israelíes tendrá impunidad; pagará con su vida. En el aspecto político la conclusión es aún más contundente: para Sharon no existe interlocutor político del lado palestino.

Por más que todos los gobiernos europeos y gran parte de la opinión pública internacional sospechen que esta acción israelí ha sido, en el mejor de los casos, inoportuna por las consecuencias sangrientas que pueda traer, Sharon cree haber elegido el mejor momento para hacerla: sigue contando con el apoyo de la mayoría de los israelíes y, más allá de las amenazas, los servicios de seguridad le aseguraron que Hamas ha llegado al límite de sus posibilidades y ya no puede darse el lujo de actuar cuando quiere sino cuando puede, mas allá de la coyuntura política.

En todo esto hubo un evidente error de cálculo político. Sharon pensó que luego de la masacre del 11 de marzo en Madrid los europeos iban a entender un poco más las acciones israelíes contra los líderes terroristas, pero el efecto fue el contrario: la acción israelí exacerbó las críticas y ahora Sharon aparecerá como el gran culpable si algo llega a explotar en algún lugar del mundo.

La acción militar israelí contra Yassin está relacionada con la evacuación de las colonias judías de la Franja de Gaza, prevista para mitad de año. Al mismo tiempo que Sharon le declaró la guerra abierta a Hamas, sepultó la posibilidad de que la Autoridad Palestina (AP) se reposicione como referente de su pueblo. Los tres misiles que mataron a Yassin marcaron el colapso de la AP y una total anarquía en los territorios. La credibilidad de Arafat ya estaba en su nivel más bajo por mérito propio, y su primer ministro, Ahmed Qurei, ya tiene las manos atadas para negociar con los israelíes: ahora los palestinos, sobre todo los de la Franja de Gaza, no aceptarán que ninguno de sus representantes se siente a negociar con quien ordenó la eliminación de Yassin. Ya era evidente, antes de la operación militar israelí, que los hombres de la AP no podían ni querían lanzarse a reprimir a las células terrorista de Hamas en Gaza. Ahora es imposible pensar que algún policía de Arafat esté dispuesto a enfrentarse no sólo con los grupos armados sino con la gente de la calle palestina que parece haber tomado partido definitivamente por Hamas.

Estado de anarquía

La eliminación del líder de Hamas, responsable del asesinato de 377 israelíes y de 2076 heridos desde septiembre de 2000, va a incrementar el estado de anarquía que ya existe en la Franja de Gaza y es muy difícil imaginar que, en esta situación, pueda surgir un liderazgo palestino más moderado. Sharon pudo darle una mano a Qurei pero eligió no hacerlo: si en vez de decidir retirarse unilateralmente de Gaza, el premier israelí negociaba con la AP y le �regalaba� el rédito político que significa ver cómo los israelíes levantan las colonias, lo hubiera ayudado a transformar la pálida imagen de la AP en algo más sustancioso ante los ojos de los palestinos, en detrimento de Hamas. Pero para Sharon, ya quedó claro, la AP y Hamas son lo mismo y no quiere negociar con ninguno de ellos.

Ahora, la muerte de quien era considerado un líder espiritual fortaleció las bases simbólicas de Hamas y la Autoridad Palestina corre el riesgo de perder mucho peso en la sociedad, porque Hamas seguramente se adjudicará el éxito y se presentará ante su gente como el grupo que pudo �doblegar� a los israelíes a través de la lucha armada y la intransigencia política. Cuando Israel retire las colonias de Gaza la euforia y el idilio hacia los dirigentes que lideran la organización alcanzará picos inéditos.

Los estrategas israelíes, mientras tanto, ya imaginan el escenario del día después de la retirada. Hay un factor que está impregnado en toda esta jugada política de Sharon y que en Medio Oriente se exacerba como en ningún otro lado del planeta: el efecto simbólico. En primer lugar nadie duda de la euforia que producirá en Hamas la retirada israelí de Gaza. Es más, ya hay claras señales del entusiasmo que está embargando a los líderes terroristas: tienen en su cabeza la idea de utilizar la infraestructura edilicia de los asentamientos evacuados por los israelíes para dar vivienda y homenajear a las familias de los suicidas.

Para los analistas el factor simbólico es clave y creen que si Hamas lo utiliza con inteligencia puede contagiar a todos los palestinos, incluso a aquellos que están en Cisjordania. Pero para los altos mandos militares israelíes la euforia de Hamas será efímera y los terroristas, más temprano que tarde, se van a encontrar deambulando por las calles de Gaza buscando a algún israelí a quien dispararle. Esto provocará desazón y aumentará el grado de anarquía. Nadie explica, sin embargo, qué va a pasar en esa situación de desgobierno con el millón y medio de personas que viven en los 365 kilómetros cuadrados de Gaza. Los israelíes dicen que ése es asunto de los palestinos, aunque sospechan que el hacinamiento y la desesperación de esa gente será usada políticamente para atacar a Israel en todos los organismos internacionales y en la prensa. Más de lo mismo.

Los israelíes no saben con quién o con quiénes van a tener que sentarse a hablar en Gaza y sobre qué. La mayoría de quienes intentan descifrar esta pregunta recuerdan la experiencia y las consecuencias de la retirada del sur del Líbano de 2000 y aseguran que aquello lo único que consiguió fue aumentar el terror. Nadie olvida cómo esa retirada prestigió a Hezbolla dentro del mundo árabe y envalentonó a Arafat para repetir la misma idea lanzando la denominada �Segunda Intifada�. Por eso temen que se pueda dar la misma historia con otros actores: creen que será muy posible que se de una Hezbollaización de la Franja de Gaza si, después de la retirada israelí, ese territorio queda en manos de Hamas. Los palestinos que viven en Gaza ven a Hamas como una organización que les brinda redes sociales para protegerlos y asistirlos. A esto se le sumará un plus nada despreciable: serán reconocidos como la organización que logró doblegar a los israelíes �obligándolos a irse� de su tierra.

Estrategia militar

En el plano estrictamente militar y estratégico los israelíes están preocupados por lo que pueda pasar con el control de las fronteras, del aeropuerto y del puerto de Gaza que hoy por hoy está controlado por la AP. El gobierno cree que los palestinos lo utilizarán para traer almacenes de armas desde los países que los asisten en la lucha terrorista contra Israel. Es por esto que las fuerzas de seguridad israelíes siguen una sola lógica: la lucha contra Hamas va a continuar con o sin retirada. El ejército prometió seguir mostrando su musculatura golpeando a las células terroristas donde se encuentren para no dejar desarrollarlas. En este sentido, Sharon ordenó a todas las fuerzas de seguridad que hagan todo lo posible para demostrar que la retirada no es un triunfo del terror.

Aunque nadie piense que el primer ministro israelí lleve a la práctica la retirada unilateral que anunció hace más de dos meses, existen suficientes indicios para creer que la �desconexión� entre israelíes y palestinos está en marcha. El gobierno israelí cree que la puesta en práctica de está retirada va a ser beneficiosa para los intereses de Israel, pero sabe que eso sólo se podrá demostrar en el largo plazo, y en política el largo plazo es lo más parecido a la eternidad. Lo que puede pasar el día después, en cambio, es un misterio que muchos en Israel ya intentan develar.

El primer ministro cree que necesitará tiempo para demostrar que el levantamiento de los asentamientos de Gaza mejorará la situación de seguridad, impedirá una fractura en la sociedad, facilitará la cooperación internacional, desactivará la bomba demográfica y dejará a los dirigentes palestinos inmovilizados políticamente. También sabe que el plan goza de un respaldo popular importante y que ya fue bien recibido por EEUU y los europeos (aunque públicamente declamen otra cosa). Su frente interno es el más débil pero por ahora cree que lo puede manejar. Si bien es cierto que es posible la fractura de la coalición de gobierno por la intransigencia de los socios menores de Sharon, está claro que el laborismo saldrá al rescate del gobierno o al menos apoyará la retirada.

�Retirada?

La Franja de Gaza, a diferencia de Cisjordania, es un territorio sin lazos religiosos o históricos con el pueblo judío y por eso la discusión se da estrictamente en el ámbito político, un espacio en el que Sharon empezó a sentirse cómodo y seguro hace muy poco. El manejo que hace de ésta situación es una muestra más de su habilidad: mientras está envuelto en graves casos de corrupción que pueden obligarlo a renunciar, anunció la jugada política más impactante en Israel desde los acuerdos de Oslo y otra vez dejó a la izquierda, los verdaderos autores intelectuales de todas las acciones trascendentes de Sharon, pedaleando en el aire..

La �desconexión� de los palestinos es otro paso de una secuencia lógica de distintas medidas y el gobierno la presenta como inevitable. Sólo se puede dar luego de la saga que empezó con la operación �Escudo de Defensa� de abril de 2002, siguió con las incontables operaciones en los territorios y está en su etapa final con la cerca de seguridad en Cisjordania. La retirada de Gaza es lo que sigue y de su resultado político y militar dependerá el futuro del conflicto en Medio Oriente en los próximos años.

Ariel Sharon ya revolucionó su propia historia al declarar que estaba dispuesto a retirar los asentamiento, aunque muchos se preguntan si lo hizo para desviar la atención sobre su responsabilidad en tres casos de corrupción o por verdadera convicción.