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Dossier 10 - Situaci�n Demogr�fica en Israel'

El conflicto palestino- israelí y la cuestión demográfica

Por Adrián Jmelnizky

(Desde Buenos Aires)

Cuando el movimiento sionista se transformó, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, en una organización con capacidad de movilizar flujos migratorios a Palestina -la Tierra de Israel-, la cuestión demográfica ya se encontraba en el centro del debate de la agenda del movimiento nacionalista judío.

 

El objetivo, en aquellos primeros años, se orientaba a consolidar un movimiento político que todavía era notablemente minoritario dentro del mundo judío, allá por las primeras décadas del siglo XX. Por otro lado, buscaba generar una corriente migratoria basada en ideales sionistas que tuviera como objetivo a mediano plazo la constitución de alguna unidad nacional judía en la Tierra de Israel.

Si bien el fenómeno de lasprimeras olas migratorias sionistas, entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX, no despertaron una marcada conflictividad en las relaciones entre la comunidad árabe residente en la región y los migrantes judíos europeos, a partir de los años '20 esta situación se vio modificada notoriamente. Las aspiraciones nacionales de ambos grupos, árabes y judíos, semanifestaban frontalmente contrapuestas y en ese terreno la cuestión demográfica jugaba un rol fundamental.

En aquellos años, luego de implantado el Mandato Británico en Palestina, en 1917, la población judía en Palestina -el denominado ishuv-, y el movimiento sionista en su conjunto, se proponían modificar las condiciones demográficas en base a fomentar las posibilidades migratorias a la Tierra de Israel. El objetivo del movimiento nacionalista judío era lograr una importante concentración poblacional hebrea en Palestina, con pretensiones de transformarse en el grupo mayoritario en el futuro Estado Judío.

En contraposición, el liderazgo de la comunidad árabe en Palestina pretendía no alterar las condiciones demográficas existentes, buscando presionar a las autoridades del Mandato Británico, objetivo que lograron en 1939 con la promulgación del Cuarto Libro Blanco por parte de la Corona Británica en Palestina. Este documento mandatario estableció cuotasde 15.000 inmigrantes judíos por año, en un lapso de 5 años (un total de 75.000 inmigrantes), y a partir de ese período la suspensión total de la inmigración judía a Palestina.

El Mandato Británico se extendió hasta el mes de mayo de 1948. El retiro de las autoridades coloniales dio paso a la guerra de 1948-49, denominada la Guerra de la Independencia para la historiografía sionista y el Nakva ( "la tragedia") para las interpretaciones árabe-palestinas. El futuro Estado judío, aprobado por la UNSCOP en noviembre de 1947, contaba en aquellos días con una población aproximada de 650.000 judíos y de 750.000 árabes. Finalizada la guerra de enero de 1949, la población árabe dentro del recientemente creado Estado de Israel se vio reducida a 156.000 almas. Aquí nace una de las problemáticas centrales en términos demográficos en el Medio Oriente, denominada "la cuestión de los refugiados palestinos".Entre 500.000 y 600.000 palestinos abandonaron la región en 1948. Algunas interpretaciones señalan que este traslado se debió a las exhortaciones de los Estados árabes, que prometían el regreso de los refugiados "tras la victoria" en aquella guerra. Otras, destacan el rol ejercido por el ejercito israelí, presionando de diversas formas a la población de origen árabe con el objetivo de lograruna retirada forzosa del recientemente creado Estado de Israel, con el objetivo de modificar las relaciones demográficas; es decir: buscando fortalecer una mayoría judía en el nuevo Estado Hebreo.

Este proceso demográfico ha merecido diferentes interpretaciones y polémicas y ha sido un factor determinante en la generación del denominado "problema de los refugiados palestinos". La población árabe que abandonó - o quefue obligada a abandonar - el territorio, entre mayo de 1948 y enero de 1949, principalmente a países árabes vecinos, se constituyó en un tema de reclamo y reivindicación cargado de componentes simbólicos. La problemática de los refugiados palestinos de los años 1948-1949 constituye al día de hoy uno de los ejes centrales en torno a la cuestión demográfica en las relaciones palestino-israelíes.

A partir de 1949, las proporciones étnico-poblacionales en el territorio soberano de Israel-es decir dentro de la denominada línea verde- se mantuvieron notablemente estables. La mayoría judía representaba alrededor del 82% de la población y la minoría árabe un 18 %. Estos datos no han variado sustancialmente en los últimos 50 años y el equilibrio se explica debido a quela tasa de natalidad de la población árabe-palestina, especialmente superior a la tasa de la población judía en Israel, es contrarrestada desde el punto de vista demográfico, mediante los flujos migratorios de judíos al Estado de Israel.

En el año 1967, como consecuencia de la Guerra de los 6 días, el Estado de Israel amplió su territorio. En el norte conquistó la meseta del Golán, en el centro los territorios de Judea Samaria y Jerusalem Oriental, y en el sur, la franja de Gaza y la península del Sinaí. El territorio bajo administración Israelí se vio multiplicado por 3.5. Desde el punto de vista demográfico alrededor de 1 millón de palestinos quedaron bajo administración israelí en territorios ubicados "más allá"de la denominada línea verde (territorios incorporados como consecuencia de esa guerra y que no adquirieron la soberanía del Estado hebreo, con la excepción de la meseta del Golán y Jerusalem Oriental).La incorporación a la administración israelí denuevos territorios y poblaciones a partir de 1967 representa una segunda dimensión de los dilemas demográficos en las relaciones palestino-israelíes.

Los acuerdos de paz con Egipto en 1979, y con Jordania en 1994, no modificaron sustancialmente esta problemática. La población árabe en los denominados "territorios" - fundamentalmente en Judea, Samaria Gaza y Jerusalem Oriental- no alteró su statusen los últimos años como consecuencia de estos tratados de paz.

Al día de hoy, según los datos de la Oficina Central de Estadística del Estado de Israel, la población total es de 6.716.000 personas en el territorio soberano israelí, de los cuales el 77% son judíos y el 19% son árabes. Como ya señalamos, el porcentaje depoblación árabe en la sociedad israelí ha permanecido relativamente constante desde 1948, debido al importante flujo migratorio judío a Israel. Pero si analizamos los índices de natalidad de ambos grupos, la población judía en Israel tienen una tasa de natalidad de 1.4% frente a los 3.4% de los árabes israelíes musulmanes. Por lo tanto, la carrera demográfica es, en estas condiciones, ampliamente favorable al grupo étnico árabe.

A esta problemática le podemos incorporar otra dimensión, que abarca aproximadamente al 4% de la población (282.000 almas), compuesta por inmigrantes de la ex Unión Soviética que ingresaron al Estado de Israel, amparados en las condiciones de la Ley del Retorno, que no son árabes ni judíos pese a que la oficina de cómputos los contabiliza dentro de la categoría "judíos y otros". En un dilema similar, podemos ubicar alos 230.000 empleados extranjeros que, de haber sido contabilizados por la Oficina de Estadísticas, hubiera hecho disminuir el porcentaje de judíos aún más.

�Cuál es la situación demográfica actual en Judea, Samaria y Gaza? Las diferencias poblacionales en esta región son notables. Una población de alrededor de 240.000 judíos asentados en los denominados "territorios" se encuentra rodeada de3.5 millones de árabes palestinos.

Los dilemas demográficos son, por lo tanto, varios y centrales para comprender la problemática de las relaciones palestino-israelíes, intentemos plantearlos sintéticamente:

  1. La cuestión del retorno de los refugiados palestinos -alrededor de 4 millones de almas que se encuentran bajo este status- plantea el debate sobre la permanencia de una mayoría judía dentro del actual Estado de Israel (dentro de los límites de la línea verde). La aceptación de este principio desgranaría el carácter judío de este Estado.
  2. Si tomamos el territorio de la región en forma unificada (desde el río Jordán hasta el mar Mediterráneo), los grupos étnicos árabes y judíos se encuentran actualmente en una situación de virtual "empate demográfico", con una tendencia marcadamente favorable al grupo árabe por la presencia de una alta tasa de natalidad favorable a este grupo.
  3. La situación demográfica en Judea Samaria y Gaza, donde "conviven" 240.000 judíos con 3.500.000 de árabes es insostenible al mediano y al largo plazo si se quieren mantener los históricos principios democráticos que constituyeron Estado de Israel en 1948. La posibilidad de mantener el status quo actual en esta región se basa en una fuerte presencia militar israelí en la zona y en la exclusión política de la mayoría árabe.
  4. Aún si el Estado de Israel decide realizar una importante devolución territorial a algún ente soberano palestino -una retirada similar a la que planteó Ehud Barak en el fallido acuerdo de Camp David en el año 2000-la cuestión demográfica seguiría presentando interrogantes. El mantenimiento de una mayoría judía en el actual Estado de Israel (en las fronteras internacionalmente reconocidas) exigiría la articulación de un constante flujo inmigratorio judío al Estado Hebreo y la modificación a largo plazo de la tasa de natalidad de la población árabe.

Estos dilemas se encuentran planteados en el centro dela sociedad israelí desde hace muchos años. No resultan un aspecto desconocido para la mayoría de los ciudadanos ni para los actores políticos con capacidad de decisión. El interrogante será develar quien o quienes serán los actores que estarán dispuestos a tomar la decisión que inevitablemente encontrará una marcada oposición de la otra mitad de la población. El tiempo corre, sin dudas, en contra de las posiciones israelíes. Cuanto más se postergue la toma de decisiones -un aspecto complejo, difícil, pero necesario-las consecuencias serán mayores.

 

Más que una regla de tres 

Por Sabrina Gelman B.

(Desde Caracas, Venezuela)

�Amenaza demográfica� es la advertencia recurrente que plantean los informes del profesor Arnon Soler, demógrafo y geógrafo israelí que ha dedicado gran parte de su carrera a censar grupos no judíos en territorios geográficamente sensibles para Israel, como la Franja de Gaza, Cisjordania, Jerusalén Oriental, la región de Galilea y las extensiones del desierto del Neguev, regiones donde esta población se incrementó en gran medida.  

Entre un universo de números, porcentajes y estadísticas, se desarrolla la vida de Arnon Sofer, cuya obsesión por determinar cuántos palestinos, beduinos y drusos habitan sobre estas breves extensiones de tierra, le ha valido a este profesor de la Universidad de Haifa la reputación y el calificativo de �El Contador de Árabes�, sobrenombre que a simple vista puede sonar risible y hasta irónico. No obstante, los resultados de sus continuos estudios indican un considerable aumento en el número de habitantes árabes en la zona, situación que contrasta con el progresivo descenso de la mayoría judía. ����������������������������������������������������������

Los últimos censos, realizados por organizaciones como el Instituto Van Leer de Jerusalem, el Centro Jaffe para Estudios Estratégicos de la Universidad de Tel- Aviv, y el Centro de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Haifa,- el mismo que preside Sofer-, coinciden en que la población total de Israel en el año 2000 era de 6 millones 700 mil habitantes, entre los que figuran 4 millones 900 mil judíos, 1 millón 300 mil árabes y 500 mil de otras nacionalidades y religiones.��������������������������������������������������������������������������������������������

Nada extraño si lo vemos desde el punto de vista de una medición rutinaria. Pero el verdadero problema se observa en las proyecciones que apuntan los resultados de las investigaciones de Arnon Sofer. Éstas plantean la posibilidad de que, en veinte años, la proporción demográfica en la región sufra un giro de 180 grados, dándole a la población de origen árabe la �ventaja numérica�. ������������������������������������������������������������������������������������������������������

Ante la posibilidad de que Israel experimente lo que muchos catalogan como un �suicidio demográfico�, algunos han considerado que es hora de tomar medidas al respecto.��������������������

Una de las primeras hipótesis que planteaban los efectos de una mayoría árabe, en una nación cuya existencia depende de su condición de Estado Judío, las aportó Shlomo Gazit en 1995 con su trabajo �El problema de los refugiados palestinos, estatus final de los acontecimientos: Israel- Palestina. Estudio número 2�. En este informe, quien fuera jefe del Servicio de Inteligencia de ese país propuso que debía establecerse una clara división entre la población judeo- israelí y la árabe- palestina, refiriéndose este fenómeno como un asunto de estado y de seguridad nacional. ����������������������������

Cinco años después, inspirado por las tesis de Gazit, Arnon Sofer tenía en sus manos los resultados de sus propias investigaciones. Éstas estiman que, si en el año 2000 los ciudadanos judíos constituían el 74% de la población total, en el año 2020 llegarían a ser el 68%; es decir que habría una baja del 6%, mientras que las cifras de los pobladores de origen árabe ascenderían a 800 mil habitantes, incluyendo aquellos que viven en la parte de Jerusalem Oriental y los 400 mil, de otras nacionalidades y religiones, que habitan en territorio israelí.����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������

Las cuentas de Sofer comienzan a adquirir matices realmente alarmantes cuando se observa con detenimiento los números que se manejan dentro de las fronteras de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) Para el año 2000 se estimaba en la Franja de Gaza una población total de 1 millón 200 mil palestinos, 1 millón 800 mil en Judea y Samaria, es decir un total de 3 millones de habitantes en la ANP. Cifras que podrían engordar la población total de la zona a 5 millones 800 mil palestinos.

Acorde con los datos obtenidos por Arnon Sofer, el total de árabes y ciudadanos de otras procedencias en el Oeste de Israel alcanzaban en el año 2000 el 49.5%, en comparación con el 50. 5% de judíos en la zona. Ahora bien, si los cálculos de Sofer no fallan, en aproximadamente veinte años la población árabe podría aumentar un 9%, haciendo que el porcentaje de judíos decaiga al 42%.������������������������������������������������������������������������������������������������������

No en vano el profesor israelí llamó a su informe�La amenaza demográfica y el problema de los refugiados palestinos�; en él trae a colación la propuesta de Shlomo Gazit: dividir a ambas poblaciones, poniéndole especial atención al incremento de los habitantes árabes en zonas como Jerusalem, el centro y los bordes del Neguev, y la región de Galilea. Es evidente que existe un conflicto, cuyo verdadero contexto va más allá de los números. ���������������

Si bien es cierto que las bases sobre las que se consolida la existencia de Israel radica en su condición de Estado Judío, y es evidente que la población judía debe ser un grupo mayoritario a fin de garantizar su supervivencia como nación, por otro lado el planteamiento de una división entre judíos- israelíes y árabes- palestinos puede ser interpretado como una peligrosa política segregacionista que contradice los principios de lo que ha venido siendo, hasta ahora, la única democracia conocida en el Medio Oriente.�������������� Los informes de Arnon y Gazit despiertan la pregunta de cuál será el destino de aquellos ciudadanos no judíos de descendencia árabe nacidos y criados en Israel. Porque una cosa es mantener el control sobre los habitantes de la ANP y de quienes bordean la frontera con Israel, y otra, muy distinta, es negarle la condición de ciudadanos aquellos que por derecho de nacimiento les corresponde. ������������������������������������������������������

No se trata de izar una bandera humanitaria, sino de revisar el trasfondo que implican las palabras �división� y �amenaza demográfica� en un país cuyo sistema democrático ha demostrado tal grado de solidez que las minorías, incluyendo la árabe, tienen su representación en el Parlamento, organismo que a lo largo de su historia ha puesto en tela de juicio a más de un Primer Ministro y ha ordenado las bases de una sociedad que, a pesar de los conflictos armados, todavía se empeña en funcionar. ����������������

Entonces, �por qué no buscar medidas adecuadas para controlar un problema, que según los cálculos, puede salirse de control? Aparte de promover proyectos de inmigración de ciudadanos judíos, �no sería más sano tomarse en serio el proceso de paz y hacer un esfuerzo por activar las fases de la Hoja de Ruta? �Acaso �dividir� y �levantar muros�contrarrestará las amenazas que pesan sobre Israel? Haciendo eco a la nota matemática de este artículo, la tendencia es que ocurra todo lo contrario. ��������������������������������

�La amenaza demográfica�, más allá de ser una realidad numérica que debe ser atendida, denota una evidente crisis institucional y social, cuyas consecuencias están debilitando la imagen del único país abiertamente democrático en la región que, en caso de no hallar una salida acorde con su condición, podría comenzar a padecer otro tipo de problemas para los cuales no existen teoremas, logaritmos, sumas o restas, que puedan calcular la magnitud de sus consecuencias. El control demográfico, multiplicado por un convaleciente proceso de paz y una crisis humanitaria dan como resultado un mayor porcentaje de terroristas disfrazados de mártires, acciones militares, y lejanos recuerdos de triunfos pasados que hoy están siendo lapidados a lo largo de kilómetros de alambre y cemento.

Población musulmana en Israel*