Dossier 4 - 55vo Aniversario del estblecimiento del Estado de Israel
ISRAEL 55: Ser o No Ser
Por León Portman
(Desde México D.F)
Se cumple
el aniversario 55 de la fundación del Estado de Israel.
Quizá más que nunca se vuelva a plantear los mismos
interrogantes esenciales: ¿qué se ha logrado en
el curso de estos años? ¿ha
valido la pena? ¿hacia dónde
marcha el Estado?, entre tantas otras.
Desde antes
de la concepción misma del Estado, sus ideólogos
como Teodoro Hertzl (quien fue el mayor activista y visionario para la
creación del Estado judío, participando activamente
en foros como el Segundo Congreso Sionista en Basilea, Suiza,
1898, donde se colocó la cuestión judía en
el tapete internacional), y más tarde David Ben
Gurión y Golda Meir, vislumbraron la idea
en torno al establecimiento de un territorio en donde los judíos
del mundo pudieran convivir en paz y armonía, casi como
el ejercicio psicológico utópico del Walden
Dos. ésta sería la patria tan anhelada para
todos y fomentaría el retorno de sus hijos a la madre tierra.
El 29 de noviembre
de 1947 la Organización de las Naciones Unidas decide el
establecimiento en Palestina de un Estado judío y otro
árabe. No pasó mucho tiempo hasta que el 14 de mayo
de 1948, David-Ben Gurión declarara el establecimiento del Estado de Israel,
conforme al Plan de Participación de la ONU antes referido.
En menos de 24 horas, los ejércitos de cinco estados árabes
invaden el país y comienza la Guerra de la Independencia
de Israel, estableciéndose formalmente a fines de mayo
las Fuerzas de Defensa de Israel.
El tiempo
y las circunstancias nos han ubicado. Sólo han pasado 55
años desde la declaración de independencia, que
comparándola con la vida de cualquier persona cercana a
nuestra familia, podremos poner en perspectiva lo mucho o poco
que esto significa y representa.
Los
canijos años no pasan en balde, decía la abuela,
ya que en una historia moderna tan corta los logros y avances
han sido sorprendentes. Revivir una lengua, el hebreo, que aunque
no estaba del todo abandonada, era una evocación casi romántica
utilizada con motivos religiosos más que para los comunes.
En torno a ésta, ha florecido la cultura, la poesía,
el canto, el teatro y en sí las bellas artes, además
de formar parte esencial de la característica idiosincrasia
del israelí.
El desarrollo
del campo, la transformación del entorno y el usufructo
exitoso de la tierra en un principio, constituyeron quizá
el único ejemplo práctico de que el sistema socialista
aplicado en los kibutzim era
viable; pero hasta en eso las cosas han cambiado en estos 55 años.
La evolución
de la sociedad rural a la industrial y ahora a la de alta tecnología,
tanto científica como en el campo de las humanidades, ha
sido unos de los principales logros del Estado de Israel.
Pero todo tiene un
precio, que puede ser la vida misma para quienes viven en Israel.
El establecimiento de un Ejercito de
Defensa (Tzahal), que tuvo que entrar en acción desde
el primer momento de la fundación del Estado, y mantenerse
en alerta constante durante todos estos años, es un costo
muy alto que tenemos que asumir los que creemos en la viabilidad
del Estado Israel.
Existe una simbiosis
tal entre el ciudadano israelí y el ejército, que
no podemos diferenciar cuál fue primero, dónde empieza
uno y termina el otro. Todo gira en torno a Tzahal;
es el orgullo y a la vez la pesadilla para el pueblo y sus vecinos.
Felicidades para el
Estado de Israel y sus ciudadanos, igualmente para todos los judíos
de la diáspora y para aquellos hombres libres, tanto de
pensamiento como de movimiento, que comprenden la importancia
que representa para un pueblo la seguridad de contar
con un lugar para desarrollarse. La intolerancia, los fundamentalismos
y totalitarismos deben quedar atrás, Israel es un estado
joven que tiene mucho más que aportar al mundo, sobrepasando
el estigma de ser simplemente una zona de conflicto, mostrando
al mundo los extraordinarios aportes que en todos los campos esta
sociedad ofrece.
El terrorismo
no es una manifestación actual o moderna, durante estos
55 años de existencia, Israel ha padecido estos métodos
violentos mediante explosiones de autos bomba (Jerusalem,1948),
secuestros de aviones (Entebe, Uganda, 1976), asesinato de deportistas (Juegos Olímpicos
de Munich, 1972) y ahora con las dos versiones de la intifada palestina, la inmolación de personas que ya
han matado a su paso a cientos de civiles inocentes.
Israel ha
sobrepasado también varias guerras (Independencia, 1948.
Seis Días, 1967. Yom Kipur, 1973). Pero también
ha realizado acuerdos de paz con Egipto (1978) y Jordania (1994)
y Acuerdos con la parte palestina (Oslo,1993.
Gaza-Jericó entre Israel y la OLP, 1994) Ello permite
pensar que si hasta en las mayores adversidades se ha logrado
sobrepasar la situación y llegar a un entendimiento, es
cuestión de tiempo para que se puedan resolver las disputas
territoriales entre Israel y los Palestinos.
Revisionismo histórico
en Israel
Por Damián Szvalb
(Desde Buenos Aires)
No
es el clásico discurso del nacionalismo palestino y del
mundo árabe en general, ni del comunismo clásico,
ni de las numerosas ramas de la izquierda post-comunista que expanden
la idea de que el sionismo es intrínsecamente totalitario,
agresivo y condenable, pero, de todas formas, lo alimenta; en
el corazón del debate intelectual y académico israelí
nació hace unos pocos años una nueva corriente,
llamadas por algunos nueva historia, y por otros post-sionismo,
que tiene una actitud crítica con relación a los
aspectos heroicos de la historiografía de Israel.
El fenómeno
no es singular de Israel. Siempre en el mundo han aparecido nuevos
historiadores que han tenido una visión distinta de las
cosas; lo singular del caso es que despertó polémica
en el mundo académico y en una sociedad israelí
sensibilizada, quizás como nunca antes, por el interminable
e irresuelto conflicto con los palestinos. El principal argumento
de los post- sionistas es que los primeros
historiadores reflejaron sólo la ideología de los
padres fundadores de Israel. Creen que ahora es su turno, y luego
de revisar y estudiar las fuentes, re-escribieron la historia
y dieron su veredicto final: acusan a los sionistas de no reconocer
la responsabilidad moral de lo que ellos llaman la tragedia palestina.
Esta es una interpretación de la historia que encaja a
la perfección con el discurso de la dirigencia palestina
y con el de la izquierda europea que tardó menos que un
suspiro para incorporar los argumentos de estos nuevos historiadores
israelíes en sus discursos anti-sionistas.
Pero el fracaso y los vaivenes ideológicos y académicos
de esta corriente se evidencian cuando se recorre la metamorfosis
sufrida por el padre fundador de este grupo de nuevos historiadores,
el profesor Benny Morris. Su historia muestra
claramente lo efímero del sueño revisionista en
Israel, lo volátil de esta corriente que, en un primer
momento, amenazó con conmover los cimientos históricos
sobre los que se fundó el Estado de Israel y que hoy en
día, por falta de rigor científico, sólo
parece un fallido e improvisado intento de generar polémica
para ganar notoriedad. Morris escribió
una obra en donde quiso demostrar que la cuestión de los
refugiados palestinos no era el resultado de un accidente de la
historia, sino el resultado de una política intencionada
de expulsión. Sostiene que no es verdad que los árabes
que vivían en lo que luego fue Israel se hubieran escapado
por voluntad propia. Este punto, además de ser contrario
a la historia sionista, tocó especialmente un nervio sensible
en el mundo judío, porque hizo reaparecer en el debate
la cuestión de la legitimidad del Estado de Israel; el
argumento de Morris dio luz verde a
aquellos que piensan que Israel se construyó sobre la base
de una pecado original consistente en la ocupación de la
tierra de otro.
Pero
el enamoramiento con la causa palestina le duró poco. A
pesar del impacto que su teoría despertó en el mundo
académico, y luego del fracaso de las cumbres de Camp
David y Taba en el año 2000, Morris
se sintió defraudado por el papel de la dirigencia palestina
y se movió bruscamente hacia la derecha del mapa político
israelí, al punto tal de convertirse en un ferviente militante
anti-palestino, y en un radical opositor
al proceso de paz. Luego de los fracasos de las negociaciones
de paz, al igual que muchos en la izquierda israelí, Morris
descubrió las reales intenciones de Yasser
Arafat y cambió su posición, lo que desnudó
la endebles de los argumentos que el campo post sionista había
presentado en su momento como verdades absolutas. Hoy Morris es visto como un traidor por sus ex colegas revisionistas,
quienes lo acusan de militar en la extrema derecha del pensamiento
sionista. Para los nuevos historiadores, los israelíes
tienen una memoria colectiva que se refleja en la vieja historia
que dice que Israel es puro y que los árabes son los incorrectos.
Los israelíes son indudablemente vencedores, pero
insisten en que son víctimas al mismo tiempo. Esto ha sido
siempre una paradoja dentro de la sociedad israelí. En
una mano tienen capacidad militar pero, por otro lado, tienen
vulnerabilidad psicológica. Son débiles y
viven bajo amenaza, explica Avi
Shlaim, uno de los pocos nuevos historiadores
israelíes que aún tiene cierta influencia en el
mundo académico. Para la Ciencia Política, el revisionismo
histórico es, desde su origen, más que una escuela
de investigación histórica, un esfuerzo por sustituir
una cierta imagen del pasado nacional, otrora juzgada más
apta para justificar ciertas actitudes frente al presente. Para
muchos analistas, la sociedad israelí ya está altamente
preparada para recibir estas nuevas verdades, procesarlas
y concluir maduramente sobre su veracidad o su oportunismo académico.
Lo que se llama nueva historia fue elaborada
en el nuevo Israel y no en el Israel de Ben Gurion, el Israel de la movilización
total. Los historiadores de la nueva ola han expresado un cambio
que ya estaba presente en la sociedad, escribió hace
poco el ex canciller Shlomo Ben
Ami. Para él, hoy es mucho más fácil
que estos nuevos historiadores puedan escribir y decir lo que
quieran sin que su carrera universitaria se vea bloqueada porque
Israel es una sociedad democrática, y no una sociedad totalitaria.
Son muchos en Israel los que piensan que la trascendencia que
estos post-sionistas han alcanzado en algún momento en
los medios de comunicación y en los debates académicos
israelíes, ha sido en parte gracias al gobierno de Ariel
Sharon. Cuentan que, al asumir, la ministra
de Educación del Likud anunció que les iba a hacer
la guerra a los post-sionistas y a los nuevos historiadores, que
en aquel momento amenazaban con revolucionar la enseñanza
secundaria con sus teorías. Este enfrentamiento ideológico
les permitió a los revisionistas ocupar la primer plana
en los diarios: Gracias, señora ministra, muy poca
gente sabía que existíamos. Nos ha hecho usted una
publicidad inesperada, dijo uno de ellos en aquella oportunidad.
Las más
fuertes corrientes revisionistas en el mundo se han constituido
al margen de los centros universitarios o académicos, y
sus exponentes más conocidos, en su gran mayoría,
no han recibido formación profesional como historiadores.
Su propósito declarado es hacer una historia útil
a la vez que veraz- a las causas políticas e ideológicas
que pretenden servir. Para los revisionistas, sólo el conocimiento
de la historia verdadera permite fundamentar una política
nacional que favorezca los intereses de la nación entera.
Por su naturaleza, resulta inevitable que, en una sociedad libre
y democrática, surjan investigaciones históricas
que, sin rigor académico ni científico, alcancen
notoriedad y se establezcan por un tiempo en el imaginario social
como verdades absolutas. A pesar de los fantasmas que algún
sector de la derecha siempre agita, es evidente que este tipo
de debate puede molestar mucho pero nunca podrá poner en
peligro la legitimidad y la legalidad del Estado de Israel.
El día en que
la Corona lloró sobre la ciudad de David.
Por: Sabrina Gelman
B y Jacobo Celnik.
(Desde Bogotá, Colombia)
El cuarto estaba pobremente iluminado por un bombillo que a duras penas
colgaba del techo, a momentos la improvisada lámpara se
apagaba, pero esto no le generaba la menor incomodidad a quienes
en esa madrugada de julio de 1946 se encontraban allí reunidos.
Estaban acostumbrados a ver a través de la oscuridad, a
adaptarse a espacios pequeños, y a respirar la neblina
de la pólvora y el cigarrillo. Un manotazo volvió
a encender el enclenque bombillo, iluminando el rostro de Moshé
Sneh, general en jefe del movimiento
de defensa judía, Haganá.
Estaba visiblemente agotado al igual que su compañero Israel Galili, y los comandantes de los grupos militares disidentes,
Menahem Begin
de la Organización Militar Nacional, Irgún
Zvai Leumi
(IZL), Yizthak Sadeh de los Grupos de Choque
(Palmaj), y Nathan
Yellin- Mor por la Organización
Libertad de Israel (Lejí). Llevaban
dos días sin dormir, en el intento por escapar a la represalia
que iniciaron las tropas inglesas en contra de los focos de resistencia
judía días atrás, exactamente, el viernes
29 de junio. La operación Agatha que contaba con la movilización de diecisiete
mil soldados, comenzó con el allanamiento de los asentamientos
judíos a lo largo de todo el territorio palestino, en donde
se confiscaron armas y documentos. Una jornada que tuvo como resultado
2700 personas arrestadas, entre los que se encontraban los jefes
del departamento político de la Agencia Judía, Moshe
Shertok y Bernard Joseph, 300 rifles,
100-2 pulgadas de morteros, 400.000 balas, un aproximado de 5.000
granadas y 78 revólveres. Los campos de prisioneros de
Rafiah y Latrún, eran los
destinos finales de aquellos que fueron capturados, cuya mayoría
eran civiles que sólo buscaban defenderse de la ofensiva
británica; mientras que el objetivo principal de Agatha,
la Tnuat Hameri, mejor conocida como
el Movimiento de Resistencia Judía, se encontraba oculto
en un improvisado búnker en algún rincón
de Palestina, bajo la luz titilante de un bombillo.
Durante 1944, las relaciones del Yishuv -la
población judía nacida en Palestina- con el mandato
británico, decayeron a uno de los puntos más bajos
desde el período de la revuelta árabe de 1936 a
1939. Las facciones disidentes de carácter revisionista
como el Irgún Zvai
Leumi, fundado en 1937 en el transcurso
de la revuelta, asumieron un protagonismo frente a las diferencias
ideológicas con la Haganá
y su movimiento militar alterno Palmaj.
La Agencia Judía que siempre dirigió y controló a
la Haganá, se oponía rotundamente
a las acciones de tipo vengativo o terrorista para presionar a
la corona británica. No obstante, la iniciativa del mandato
británico para la creación de la Liga árabe
como instrumento de resguardo a los derechos de los palestinos,
y la política no inmigratoria del Libro del Blanco, motivó
al Irgún Zvai Leumi a llevar a cabo acciones
terroristas, las cuales causaron malestar en el seno del Yishuv, la Haganá y la Agencia
Judía.
Dichas diferencias de orden militar,
organizacional e ideológico, tan marcadas a lo largo de
la historia previa a Israel y determinantes, muchos años
después, para su Independencia, tuvo un punto de convergencia
en octubre de 1945, cuando la Haganá y grupos disidentes, como el Lejí, Palmaj e Irgún, se unieron para formar el Movimiento de Resistencia
Judío. La organización buscaba presionar de manera
contundente, coordinada y definitiva, al mandato británico
y su constante política anti
sionista. Dentro de las acciones heroicas llevadas a cabo por
el nuevo grupo de defensa, estuvo la liberación de 245
presos judíos en el campo de concentración para
ilegales de Atlit.
A pesar del agotamiento y la baja moral
de los combatientes, Moshé Sneh
convenció a los miembros de la Resistencia para diseñar
un plan, que consistía en ejecutar tres operaciones a objetivos
británicos de importancia: la base militar de Bat
Galim, la oficina central del gobierno y el comando militar
británico, ubicada en el hotel King
David, en Jerusalén; y otros centros gubernamentales establecidos
en el edificio David Brothers.
Ya al final de la noche cada unidad había diseñado su estrategia.
El Palmaj iba a tomar por sorpresa la
base de Bat Galim
para robar armamento. El Irgún
Zvai Leumi
se las ingeniaría para ponerle explosivos al hotel King
David, seguido por el Lejí, que ejecutaría una estrategia similar
en los edificios David Brothers.
Menahem Begin como
general en jefe del Irgún, iba
a encargarse de la operación militar más cuestionada,
no sólo por la corona británica y la prensa, sino
también por sus compatriotas judíos.
El eco que aturdió los muros de Jerusalén
Era la 7am del lunes 22 de julio de 1946, cuando los combatientes del
Irgún Zvai Leumi se encontraron en las puertas del seminario para estudios
talmúdicos Bet Aarón,
en el barrio judío de Jerusalén. Como si se tratase
de jóvenes estudiantes religiosos, llegaban uno por uno.
En la entrada se les indicaba una contraseña que les permitiría
acceder a un salón de clases, en donde recibirían
las instrucciones del plan. Sabían que tenían una
misión pero desconocían el objetivo. En sólo
cuestión de minutos entró Yosef
Avni, el comandante a cargo de la misión,
saludó sin mucho interés a los soldados, no había
tiempo para las formalidades. Avni le
informó a la asamblea de combatientes que el objetivo era
el Hotel King David, y que tenían
hasta el mediodía para ejecutar el plan. La unidad del
Irgún debía dividirse
en grupos.
Yosef Avni estaba parado
en la entrada del hotel, miró la hora en su reloj de pulsera,
marcaba las 10am, sintió cierta preocupación ya
que contaban con dos horas para prepararlo todo. El tiempo estaba
calculado, el mínimo atraso complicaría las cosas.
Hasta los momentos la fase inicial del plan había funcionado,
seis de sus hombres pasaron desapercibidos, gracias a que vestían
uniformes de botones y podían confundirse fácilmente
con los demás empleados del hotel. La tez bronceada y los
rasgos semitas los hacían parecer árabes; no cabía
el menor indicio para la sospecha. Avni
esperaba a que llegara la camioneta con los explosivos. Era pleno
verano, hacía calor, y el uniforme de botones empeoraba
su situación. Volvió a echarle un vistazo a su reloj,
era las 10:30am.
Muy próximos al hotel se encontraba un sudanés y varios
árabes, que a una distancia prudencial, resguardaban la
trayectoria de una camioneta que distribuía productos lácteos.
Las calles de Jerusalén suelen ser muy angostas, cuyas
carreteras de piedra no hacen el viaje muy confortable, en especial
para el sudanés que montaba a caballo. Definitivamente
para Israel Levi, mejor conocido como
Gidón, no era muy agradable disfrazarse
de sudanés y montar a una bestia con tendencias al mal
carácter, pero como uno de los comandantes del Irgún,
sabía que el lujo era un bien negado, al igual que sus
escoltas árabes, en particular uno de bata blanca y turbante
rojo, su subalterno Heinrich Reinhold, llamado por los
amigos Yanaí. éste le
indicó a Gidón que era
las 11:10am. Estaban sobre el límite de tiempo.
Dentro de la camioneta de productos lácteos se escondían
50kg. de explosivos, detonantes y soldados
armados, ya estaban a pocos metros de la entrada del Hotel King
David, en donde los esperaría Yosef
Avni. Los pasajeros de la camioneta se bajaron sigilosamente
vestidos como repartidores de alimentos. Avni
en colaboración con los seis soldados disfrazados de botones,
ayudaron a descargar los empaques de leche y camuflarse en la
cocina del restaurante La Regence dentro del mismo hotel. Los empaques se ubicaron
de forma estratégica, algunos fueron localizados cerca
de las columnas que sostenían a la edificación.
Guidón les había dado 30 minutos para prepararlo
todo e irse.
El equipo estaba en la cocina, terminando
de asegurar los detonadores y revisar que todas las conexiones
estuviesen en el lugar indicado, no podía haber lugar para
el error. En ese instante un soldado de la unidad, vestido como
árabe, les avisó que tenían que dejar el
edificio 10 minutos antes. Al parecer un guardia de seguridad
percibió que algo raro estaba pasando. Estando a punto
de ser descubiertos, los jóvenes insurgentes salieron lo
más rápido posible. A lo largo de la movilización,
oficiales británicos comenzaron a dispararle. Las balas
alcanzaron a dos de los combatientes, pero eso no impidió
que la unidad del Irgún Zvai Leumi saliera del hotel.
Ya
con sus combatientes afuera del King
David, Gidón observa atentamente a dos mujeres musulmanas
que estaban a metros de él, les hace una señal y
las jóvenes corren hasta el teléfono más
cercano al hotel. Una de ellas saca por debajo de su túnica
un fusil, mientras la otra comienza a llamar al operador del hotel
King David y a la oficina editorial
del Correo de Palestina. Eran las 12:10am.
Estoy hablando en nombre del movimiento clandestino hebreo. Hemos
colocado un explosivo. Evacuen ahora. Les garantizamos su seguridad.
Seguidamente se comunicaron con el Consulado de Francia, para
avisarles a sus funcionarios que abrieran las ventanas con el
fin de prevenir el daño de la onda expansiva, por ser el
Consulado uno de los edificios más cercanos al hotel. Eran
las 12:15am.
A las 12:37 del mediodía de ese lunes 22 de julio de 1946, una
fuerte explosión retumbó en las murallas de Jerusalén.
Toda la cuadra del Hotel King David
quedó completamente destruida, los escombros y vidrios,
se entremezclaban con el humo y la confusión de los gritos
de las personas atrapadas y el llanto de las víctimas;
a pesar de haber recibido la advertencia 22 minutos antes de la
explosión y contar con el tiempo necesario para escapar.
Por alguna razón no muy clara, la secretaria de gobierno y el comando
militar británico se mantuvieron en sus habitaciones. Quizá
pensaron que se trataba de una broma, ya que dentro del mismo
King David se tenía archivada toda la información
de una insurgencia que ellos pensaron, habían desangrado
el Viernes Negro, o simplemente consideraron, que si dejaban salir
a todo aquel que estuviese dentro del hotel, se les iba a escapar
la mejor fuente de información para atrapar a los líderes
del Movimiento de Resistencia Judía.
Durante diez días los ingenieros ingleses limpiaron la zona llena
de escombros. El 31 de julio de 1946 se anunció la cifra
oficial de 91 personas muertas, entre los que se encontraban,
28 británicos, 41 árabes, 17 judíos y 5 de
otras nacionalidades. El impacto del atentado generó gran
consternación en el Reino Unido y en el mundo entero. Oficiales
británicos trataron de poner en duda el hecho de que hubo
una advertencia de bomba minutos antes de la explosión,
pero quedó en evidencia que no se le aprestó la
menor atención a las llamadas, o que hubo fallas en la
comunicación entre el operador del hotel y los funcionarios
de la corona británica.
La Agencia Judía estaba impactada por la acción militar
del Irgún Zvai
Leumi, tenían miedo de que el gobierno británico
tomara represalias mucho más severas que la del Viernes
Negro, y calificó a la organización liderada por
Menahem Begin, como una banda
de criminales. Incluso David Ben
Gurión, uno de los líderes
más insignes para la formación del Estado de Israel,
condenó la acción desde París, declarando
para el periódico francés France
Soir, que el Irgún
era el enemigo del pueblo judío. Al parecer
la Agencia Judía ignoraba que el ataque fue realizado por
el Movimiento de Resistencia, bajo las órdenes del general
en jefe de la Haganá, Moshe
Sneh.
El Irgún Zvai
Leumi asumió la responsabilidad
del atentado al Hotel King David, a
sabiendas, que fue una acción planificada y diseñada
por una alianza entre las organizaciones armadas de la Haganá,
el Palmaj, Lejí e Irgún. Una alianza llamada Movimiento de Resistencia
Judía que se desintegró cuando los intereses pesaron
más que la unidad, marcando el final de diez meses de lucha
conjunta.
Los hechos ocurridos en 1946, sirvieron como catalizador y a obstáculo
de un proceso de independencia que se veía lejos. En especial,
en la mente de aquellos líderes como Moshé Sneh,
Yizthak Sadeh,
Menahem Begin y Nathan Yellin- Mor, quienes sentían el deseo y las ansias de ser soberanos,
sin importar el precio que tuvieron que pagar, aún, a costa
de dejar a un lado el respeto por los factores legales de la época.
Algunas reflexiones
sobre el sionismo
Por
Marcelo Birmajer*
(Especial para Horizonte, para una convivencia
en Medio Oriente)
I- El sionismo es mucho más que
el movimiento de liberación del Pueblo Judío pero,
para ponerlo en la perspectiva de los siglos XX y XXI, me resulta
cómodo y atinado llamarlo, también, el movimiento
de liberación del Pueblo Judío.
II- El Sionismo es el único movimiento
de liberación del siglo XX que llegó como una organización
democrática al poder- en mayo de 1948- y que se mantuvo
democrático, incluso en medio de la amenaza permanente
por parte de las naciones vecinas, desde el primer día
de gobierno hasta cada uno de los cincuenta y cinco años
que han transcurrido desde entonces.
III- El sionismo es uno de los pocos movimientos
de liberación del siglo XX que distribuyó la riqueza,
eliminó el analfabetismo y socializó la salud y
la vivienda para toda la población. Es uno de los pocos
movimientos de liberación que realmente otorgó a
su población un nivel de vida, tanto en lo económico
como en lo social, ontológicamente
superior al que esa misma población tenía antes
de la creación del Estado de Israel. Quiero recalcar una
vez más que es el único movimiento que logró
estos avances por medio de la democracia.
IV- El sionismo fue la respuesta más
humana, y más que humana, al infierno nazi: en Israel,
los sobrevivientes, parientes y descendientes de los sobrevivientes
y muertos de y en la Shoa, pudieron
reencontrar su humanidad. El sionismo es uno de los movimiento
de liberación que, dinámicamente, más vidas
civiles ha salvado en el siglo XX. Muchas vidas civiles se han
perdido por las guerras y los actos terroristas que los ejércitos
y los terroristas árabes, europeos y asiáticos han
librado contra Israel; pero las vidas que se han salvado por el
sólo hecho de la existencia de Israel, se cuentan por millones
hoy y son incontables a futuro.
V- El sionismo alentó la creación
de los kibutzim, el único experimento
socialista no represivo y no sanguinario del siglo XX.
VI- El sionismo es el único movimiento
de liberación, y el único movimiento político
en la historia de la humanidad, que transportó voluntariamente
a personas de piel negra hacia adentro de sus propias fronteras
-de Etiopía a Israel- en forma masiva, para liberarlos
de la opresión y la pobreza, en contraste al mundo occidental
y al mundo árabe, que sólo los transportaron, en
condiciones aberrantes, durante milenios, para esclavizarlos.
VII- El sionismo es el único movimiento
de liberación del siglo XX que ha convertido a las personas
árabes en ciudadanos con derechos civiles y políticos.
Es el único movimiento de liberación del siglo XX
que ha permitido a los ciudadanos árabes votar libremente
en elecciones de primer ministro, formar sus propios partidos
políticos y expresar libremente sus opiniones.
VIII- El sionismo es el único movimiento
de liberación del siglo XX que ha propuesto concretamente,
con el poder para lograrlo, un Estado Palestino, en cuanto la
dirigencia palestina acepte la existencia del Estado de Israel
como Estado Judío. Ni Egipto ni Jordania, en los 18 años
en que dominaron la Franja de Gaza y el West bank, propusieron nunca, ya no un Estado Palestino, sino un
mínimo de democracia, de autonomía, ni siquiera
una Universidad autónoma. El sionismo es el único
movimiento de liberación del siglo XX que mejoró
el nivel de vida de los palestinos que vivían en la Franja
de Gaza y el West Bank.
IX- El sionismo es una fuente permanente
de revitalización cultural, científica, de libertad
y humanismo, que no sólo beneficia al Pueblo Judío,
sino que ha extendido sus adelantos a toda la humanidad. De no
haber estado el Tercer Mundo dominado por gobiernos autoritarios,
corruptos y antisemitas, el sionismo pudo haber llevado a cabo
el intento- siempre derrotado por los antisionistas-
de imprimir dinamismo a la agricultura de los más pobre
países africanos y del Tercer Mundo en general.
X- El Estado de Israel, como Estado, ha
cometido tantos errores como cualquier otra verdadera democracia
occidental, y ninguno peor. Pero el Sionismo sigue siendo hoy
uno de los mayores aciertos, humanista, pluralista y verdaderamente
progresista, de los judíos, desde la caída del Segundo
Templo.
*El
autor es periodista y escritor.
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